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La Confianza


Y la confianza se asoma tímidamente en una esquina pues ha perdido toda su credibilidad y fuerza; son tantos los cambios, las incertidumbres, los miedos que no tiene argumentos para que vuelva otra vez a tener un papel importante en nuestras vidas; se termina un año lineal y comienza el otro con nuevas perspectivas y muchas dudas de lo que nos espera en los próximos tiempos.

Hemos conocido a la confianza como la que se deja ver a través de un halo de luz y esperanza que nos promete un rumbo diferente y nos muestra un camino que no habíamos visto. Creíamos que la confianza es como ese calorcito que cubre los pies mojados, la luz tenue que acompaña nuestras noches de desvelo asegurándonos que cuando amanezca todo va a estar bien, la que nos asegura que a la negra y oscura noche le llega su fin.

Es esa que nos ayuda a ver qué es lo valioso para nosotros pero muchas veces se atenúa y queda en un rincón relegada, aunque siempre permanece, siempre acompaña y nos recuerda que está en casa y que podemos contar con ella.

La confianza se ha lastimado, pues le hemos dado valor a muchos juicios, suposiciones, proyecciones del pasado permitiendo que se hagan reales, dándoles el poder de hacer a un lado ese sentimiento de protección y de cobijo que nos brinda.

Hemos tenido muchos momentos que nos muestran que confiar es algo natural, como parte de ese perfecto bienestar al que tenemos derecho, por ser quienes somos; comprenderlo a profundidad nos conduce a sendas más tranquilas y no nos permite desperdiciar nuestro poder creativo en ilusiones.

Podríamos acercarnos para saber qué significa confiar desde una Voz más profunda y llena de sabiduría, como es nuestra Voz interior que nos invita a escuchar de otra manera y nos brinda herramientas para saber qué es lo real y a su vez nos enseña que todo lo que vivimos es para nuestro bien ya que el plan de Dios para nosotros no incluye dolor, incapacidad o malestar; en esto no hay excepciones, salvo a la luz del ego.

Oír esas otras posibilidades y ver otros caminos que nos llevan a la paz nos sugiere sutilmente dejar de seguir escuchando esos gritos de la voz del ego que quiere llevarnos por el rumbo del conflicto, el dolor y el miedo.

Muchas veces ser confiados nos genera dudas, creemos tener la razón en una forma natural y entonces optamos por vivir como si tuviéramos que merecer o hacer actos heroicos, valientes o cualquier cosa para ser dignos de que esa confianza se desarrolle y se haga presente en nuestras vidas.

La voz del ego grita para prevenirnos, para“cuidarnos” y lo que realmente quiere es lograr tener el control para mantenernos asustados y por lo tanto no recobremos el poder y no oigamos esa otra Voz que nos lleva por caminos de paz.

Hay tantas citas empoderadoras que Un Curso de Milagros nos brinda tales como: “todo tendrá un desenlace feliz“ en muchas partes nos asegura que todo esta hecho para nuestro bien, aunque se muestre de una manera diferente a lo que nuestra voluntad dispone, es la Voluntad de Dios la que quiere que todo obre a nuestro favor; si lo observamos podemos ver, cuando hayamos pasado la experiencia que eso era lo que queríamos en verdad; esto nos ayuda a mirar mas allá del error, usando la herramienta del perdón y así disponemos nuestros corazones y contemplamos la paz que nos trae la certeza de confiar en la Voluntad de Dios, donde todo obra para nuestro bien.

Confiar ha sido algo con lo que hemos convivido todo el tiempo; confiamos en el sol de la mañana, en un nuevo día, en que esto también pasará, en un atardecer sereno, lo cual nos ha dado fortaleza y certeza de vida. Hoy podemos ver como esa fortaleza depende del Amor de Dios que tiene para nosotros, pues somos su creación, podemos sentirnos confiados pues hay esa certeza de que está en nuestro corazón, que nos apoya y nos da respaldo.

Si no tuviéramos confianza no tendríamos la paz que surge intempestivamente en nuestro corazón pues dudaríamos de tanta grandeza a nuestro alrededor, sentiríamos soledad y desamparo con tanto dolor que recuperarse no estaría en nuestras manos.

Confiemos en ese nuevo día que trae esperanzas y certezas, en esa palabra que tenemos escrita en el corazón y la confianza hará de nuestras vidas un campo abonado para un nuevo renacer; confiemos en un nuevo comienzo.

Abramos la puerta y nuestros brazos para asirnos de su mano y emprender este nuevo camino, apoyados y cobijados, estando seguros de construir un futuro en paz, desde un presente en paz.

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