Comenzamos un nuevo grupo de estudio al que hemos llamado: El Propósito de la Enfermedad.
Un Curso de Milagros en una de sus definiciones dice: “La enfermedad no tiene causa ni sentido” es la manera como damos realidad a la gran amenaza del ego que es acabar con el Hijo de Dios, de terminar su existencia a través de una enfermedad o por lo menos hacerlo sufrir y sentir mucho miedo por la muerte o por el dolor.
Entonces buscar internamente en nosotros mismos cuál es el propósito escondido que tiene la enfermedad dentro de mi, es algo que en principio podría sentir como una acusación por algo que he cometido indebido o algo que yo no he pedido, es más ni siquiera quiero, me siento indefensa y perdida para encontrar la respuesta.
Estudiando la lección 136 “La enfermedad es una defensa contra la verdad” en el párrafo 2:2-3 “Al igual que toda defensa es un mecanismo demente de autoengaño“.
¿Para que? Para no ver la realidad, para no encontrar paz, para ver aún mas de una manera fragmentada y no encontrar la totalidad y poder ver de otra manera, no solamente mi vida sino también la de mis seres queridos y cercanos y los que ahora veo que sufren pues nos ataca una enfermedad que no sabemos como empieza, ni como se generó, pero si sabemos que es un flagelo que nos quita la paz y la tranquilidad, nos llena de miedo y perdemos la cordura y el camino.
Cuanto valor le hemos dado a la enfermedad, cuanta importancia, perdiendo así de vista la calidad de vida, los encuentros familiares, los amigos, los trabajos, la virtualidad lo ha reemplazado, en parte, pues nos acerca y al mismo tiempo nos aleja.
Miremos más profundo para encontrar esa puerta que el Espíritu Santo nos tiene preparada para salir y dar un paso adelante asumiendo ese papel de fabricadores de una experiencia dura e intensa, reconociendo que forma parte de un sueño de terror y que lo único que debemos hacer es despertar.
Despertemos a esta fragilidad que el ego quiere que reconozcamos, que somos incapaces, pequeños, débiles y por lo tanto podemos perder la vida; claro que atemoriza, claro que nos da un brinco en el pecho, sentir ese miedo que para deshacerlo es necesario resignificarlo y hacer esa energía nuestra aliada para volver a ese camino que ya está y que no creemos encontrar.
Abandonemos el miedo, la desconfianza y decidamos escuchar esa voz que habla por Dios, ese Maestro interno que está presto a ayudar y sacarnos de este atolladero, la decisión es nuestra y a partir de ahí los invito a reflexionar desde el poder que existe en nosotros y desde la fortaleza con la que contamos.
Su ayuda es invaluable y siempre lista a mostrar alternativas y posibilidades en el mundo del ego, abrir nuestros corazones y encontrar el poder de la verdad que es más fuerte que cualquiera de esas defensas que tenemos como parte de nuestro inventario, seguros de que estamos erróneamente a salvo.
Dejemos a un lado esas defensas, y como dice un Curso de Milagros depón tus armas y abre tu corazón, ya que nos asegura que el momento en que lo hagamos llegará la sensación de estar a salvo.
¡Cambiemos el propósito de la enfermedad!
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